Su familia


Mariana Slemenson

Lo recuerdo a Claudio manejando su Citroen 3 CV amarillo huevo, saludando con las luces a todos los Citróenes que nos cruzábamos por la ruta. Claudio era de Independiente, coleccionaba botellitas, le gustaba la música de Los Beatles y Almendra, en una época tocaba la batería y tenía un grupo que se llamaba Algo.
Lo recuerdo bueno, dulce e inteligente, a veces con mucho sentido del humor y otras muy serio.
Era muy buen alumno, exageradamente aplicado. Era ordenado y obsesivo. Puntilloso y detallista.
Una de las últimas casas donde vivió fue en la calle Castillo, junto a su novia Rosana Szafirstein (La Negra) , también hoy desaparecida.
Y una de las veces que lo fui a visitar, quise ayudarlo con las tareas domésticas limpiando el baño y haciéndole las camas. Yo pensaba que le iba a encantar pero se puso muy serio y me empezó a enseñar cómo se hacía la cama, que las sábanas tenían que quedar muy estiradas, y que el baño se limpiaba así o asá.
El día que me enteré que lo habían secuestrado y que no se sabía dónde estaba detenido, yo estaba por cumplir los 10 años.
Claudio era muy cariñoso conmigo. Charlábamos mucho. Yo lo admiraba y lo quería con locura.
Yo era de independiente y peronista como él. Y sigo siendo de independiente. Le había prometido que en la escuela iba a crear la UEP (Unión de Estudiantes Primarios).
Me acuerdo de sus amigos: cuando vivíamos en el departamento de Canning y él tenía 14 ó 15 y yo 4 ó 5, sus amigos eran Daniel, Ricardo y Daniel. Y de la etapa de la militancia: Beto (que por suerte lo seguimos viendo) que me había prometido que mi iba a regalar un loro (todavía lo estoy esperando), y del Roña que un día antes de ser asesinado me estuvo ayudando con la tarea de la escuela en casa.
Y de la Negra también me acuerdo mucho. Era preciosa y también dulce y cariñosa como él.Claudio me hacía unos regalos muy particulares. Me regaló (en diferentes oportunidades) un pantógrafo, un trompo medio raro de metal y un reloj transparente para armar (Rasti), una mini armónica que trajo de Córdoba y una caja con dos jabones con calcomanías pegadas (usabas el jabón y la calcomanía no se despegaba). Cada regalo era anunciado con bastante anticipación. No me contaba lo que era exactamente. Me decía “te voy a regalar un singarrofo” o “estoy viendo si puedo conseguir un pendorcho”.


Y después traía el regalo con una tarjeta donde adentro escribía “te traje este pendorcho común porque con enchufe no había”. Y el pendorcho resultaba ser un pantógrafo. El singarrofo era un trompo raro, de metal. Nunca nada convencional.
Yo también le quería hacer regalos. Una vez me fui de compras sola para conseguir un regalo para él. Entré en una disquería y vi un casette con un discurso de Perón quien se había muerto hacía un par de meses. Era el último discurso de Perón en la Plaza de Mayo.
Cuando le entregué el casette, escuchamos el discurso juntos. Era aquél en el cual los militantes son insultados por Perón y abandonan Plaza de Mayo. Y Claudio escuchaba con cara de preocupado y medio triste y me decía “¿ves? Escuchá cuando nos dice “esos estúpidos que gritan

Y también me acuerdo que no le gustaba que me secara la cara cuando me daba un beso. Y que una vez entró a mi cuarto y me preguntó “en qué pensás?”. Yo le contesté “en nada”. Y él me dijo “no se puede pensar en nada, en algo tenés que estar pensando”. Y que contaba que él no soñaba. Una vez contó que había soñado por primera vez y relataba su sueño muy contento.
Otra vez contó, mientras comíamos unas empanadas en un restaurante, que un colectivero “manejó todo el recorrido con la mente en blanco”. Quería trabajar de obrero y había estudiado tornería. Una vez me mostró una pieza de tornería que había hecho.
Era serio para vestirse. Bastante formal, aunque en una época usaba el pelo largo y barba y por eso le decían “Barbeta”, “Barbe”.
Y bueno, me acuerdo de eso y de mucho más. A pesar de que no lo veo hace casi 33 años, lo sigo extrañando. Es una de las personas que más quise en la vida.

Mariana (hermana de Claudio)



Carta de Mariana a Claudio

Semana del 20 de Octubre de 1975 

Claudio: te extraño mucho, no me acuerdo bien tu cara, quiero que vuelvas pronto, quiero que cuando vuelvas aunque sea estés más lejos de lo que estabas antes, para mí estás muy pero muy lejos de mí en Tucumán, cuantos más días pasan más lejos te siento, ojalá vuelvas pronto, qué lástima que para el día de la madre no estuviste la verdad que nosotros no estuvimos muy alegres durante este día. Si me dicen que diga un deseo y que se me cumple pronto yo digo que vuelvas pronto. Qué feo debe ser estar en la cárcel. Lo que menos pensé es que vos estarías en la cárcel, me gustaría que estuvieras libre, aunque sea en Tucumán. Ojalá que estés con un amigo y que te traten bien y que te den algo para leer aunque sea un diario sin chistes. ¿Qué estarás haciendo ahora? Yo estoy escribiendo en papel carta con lápiz negro Johann Faber 1105 N° 2. No sabés lo mal que estamos pasándolo, yo no voy a hacer mi cumpleaños el día 28/10/75. Hay veces que nosotros no nos vemos muy seguido y no pasa nada, pero ahora que está en cana es distinto. No sé qué más poner. Un beso ¡Chau!
Mariana (9 años)




Adriana Slemenson

(leído en el acto de la colocación de la baldosa)
Caminando por las calles de Buenos Aires, muchas veces me encontré con baldosas que recordaban a compañeros desaparecidos. Esos encuentros, inevitablemente me sacaban de lo cotidiano y me obligaban a recordar. Hasta que me di cuenta de que yo también quería homenajear a mi hermano de esa manera. No sabía cómo conectarme con este grupo y un día sin pensarlo demasiado fui al departamento de 3 de Febrero 1248. Fui con la intención de encontrarme con el portero de siempre y pedirle el teléfono de alguien del consorcio .Toqué el timbre de portería y apareció un señor que me preguntó que necesitaba. Le dije que era hermana de un desaparecido y que quería poner una baldosa en la vereda para recordarlo. Me dijo: "porque no subimos a mi departamento y lo hablamos mejor." Subimos y me contó que él había regresado de su exilio en España. Después me escucho atentamente y me dijo: "Mira qué casualidad, justo en este momento hay reunión de consorcio. “¿Por qué no bajás y les lo contás a todos?” Estaba muy emocionado.
Bajamos y efectivamente había una reunión. Me presentó y les conté que era la hermana de Claudio Slemenson, desaparecido el 4 de octubre de 1975 en Tucumán. Uno de los propietarios me preguntó: "por qué ahora, después de tanto tiempo". Le contesté que los familiares de desparecidos no tenemos un lugar donde llevar una flor, ni siquiera una fecha exacta, ni un lugar preciso. Ni siquiera la posibilidad de un ritual. La baldosa nos daba esa posibilidad. Otro me preguntó por qué ahí.. Entonces les conté que a ese edificio lo había construído mi tío Edgardo y había sido un proyecto familiar, que en el 8º 16 habían vivido mis tíos y en el 8º 17 nosotros. Nosotros los cinco . Otro vecino me preguntó entonces si por casualidad tenía los planos, porque tenía problemas con la calefacción. Le contesté que sí los tenía. Otro volvió al tema de la baldosa y dijo: "En el 8º 16 vivo yo, por qué tiene que ser justo acá." Y les conté que en ese departamento Claudio y yo habíamos empezado a militar; que en ese lugar Claudio me había contado sus penas porque estaba enamorado de la Petisa no le daba bola donde se encerraba a tocar la batería hasta dejarnos sordos; que por ahí habían pasado el Roña, Gere, el Pato Fellini, el Gallego, el Gringo; que ahí había nacido la amistad entrañable con el Gordo y habían pasado largas noches de confesiones, como cuando Claudio me contó que se había enamorado de la Negrita, y que después de dar 20 vueltas a la manzana le había preguntado si quería ser su novia y que había tocado el cielo con la manos cuando ella le dijo que sí, y la emoción de ella al recibir una rosa que sacó de abajo del asiento. Les conté también que en ese departamento habíamos estudiado, conversado y discutido interminablemente y nos habíamos formado para integrarnos al peronismo revolucionario un compromiso que iba más allá de lo que nos había tocado en suerte. Queríamos la perfección, creíamos en el hombre nuevo y así lo vivíamos, con toda la intensidad y honestidad de los 20 años. A esa altura la mitad estaba llorando. Y para mi sorpresa me dijeron que si, que ponga la baldosa, pero que no me olvidara de los planos.No legué a contarles que ahí se hicieron amigas mi mamá con Nélida Moavro, y Barbara Minor, ambas madres de Amalia Moavro , secuestrada con Claudio y Raúl Trenchi, también desaparecido. Bárbara fue secuestrada en Salta y sigue desaparecida. En esa casa hicimos el primer instructivo que se llamaba: que hacer cuando hay un secuestro, se explicaba los pasos a seguir, sin tener conciencia todavía de lo que era un desaparecido, ni de todo lo que iba a seguir.
Y me fui, completamente sorprendida de lo que había pasado: una reunión de consorcio se había convertido en una discusión sobre el por qué de la memoria. Después logré conectarme con los compañeros de Almagro e hicimos esa baldosa y otras. Una baldosa que nos reúne para recordar a Claudio, al Roña, Al Pato, al Gallego a la Negrita, al Gringo, a Adrianita, a Gloria a al Africano, a todos nuestros compañeros, una baldosa que hace que la memoria sea activa, que genere discusión, propuestas y nos permita a pesar del dolor seguir construyendo
Como hermana sólo puedo decir que lo extraño todos los días, y que lo único que puedo hacer con esto que siento es seguir reclamando verdad y justicia. Y en especial recordar que es un desaparecido del Gobierno de Isabel Perón y pedir que no queden en la nada los juicios a los represores de este período, porque sé que toca de alguna manera a sectores políticos que hoy siguen existiendo, que apoyaron el golpe.
Adriana Slemenson, hermana de Claudio.


Martín Baintrub

Vengo emocionado del homenaje a Claudio en el que se colocó una baldosa en la puerta de la que fue su casa. Soy su primo y como sus padres Aida y Alberto, soy papá de mellizos nena y varón, algo que muchas veces me hizo pensar en la relación de Claudio y Adriana.
Antes de ir me acordé mucho de él, de sus padres y sus hermanas. Distintas imágenes vinieron a mi mente, recuerdos borrosos, difusos, escenas de cumpleaños infantiles, una tarde en la playa Tío Tom, con mi tío Alberto y él tratando de pescar cazones.
Pero lo que mas recuerdo fue la ultima vez que lo vi, poco antes de que desapareciera. Fue una noche en la que supongo que a instancias de mi tia Aida y de mi papá, Claudio vino a casa a cenar. El objetivo era que mi viejo que tenía mucho predicamento sobre toda la familia, tratara de convencerlo de que se fuera un tiempo del país. Visto desde acá, me sorprende que claro teníamos todos el peligro real de que le pasara algo en 1975, durante un gobierno democrático.
La conversación fue una charla llena de afecto en la que se habló de los ideales, del compromiso y también sobre el valor de la vida. Claudio era perfectamente consiente del riesgo, pero también estaba muy convencido de lo que hacía.
Se hizo tarde y por seguridad Claudio quiso quedarse a dormir. Durmió en la habitación de mi hermano Alvaro donde había una segunda cama que se sacaba de abajo.
A la mañana se levantó, tomó el desayuno y se fue. Nunca más volví a verlo.
Hoy, de alguna forma la ceremonia me permitió volver a recordar esta historia y quise compartirla con ustedes.
Martín Baintrub.Primo de Claudio

No hay comentarios: