Efemérides personales






Efemérides personales. 1º de Mayo de 1974. ¿Qué pasa General?


El 29 de Enero de 1975 fue el último cumpleaños de mi hermano, o quizá el anteúltimo.
Claudio me hacía unos regalos muy particulares con nombres delirantes y que solía anunciar con anticipación personalmente o por carta. Te voy a regalar un pendorcho con enchufe, un singarrofo especial con crema de pendorcho, y así. Y los regalos resultaban ser pantógrafos, relojes para armar, trompos extraños, jabones con calcomanías indelebles y artefactos comprados en la calle.
Yo quería estar a la altura de sus regalos pero no pretendía semejante originalidad. Lo que yo quería era sorprenderlo, darle algo que lo alegrara mucho, que lo hiciera acordarse de mí cuando lo viera, porque en esa época nos veíamos muy poco.
En esos días de enero de 1975 yo tenía 9 años y estábamos pasando el verano en la casa de unos familiares en Haedo. Se acercaba el cumpleaños de mis hermanos y planeaba comprarles yo misma un regalo.
Unos días antes del 29 salí a caminar por el centro de Haedo. En un momento entré a una disquería y vi en una vitrina una serie de casettes con los discursos de Perón. Hablé con el vendedor y le pedí uno. Cuál? Y no sé, el último. Fue así que compré “Juan Domingo Perón. Últimos mensajes al Pueblo”.
Esa semana estuve muy ansiosa esperando el día del cumpleaños. Me imaginaba la expresión de la cara de Claudio cuando recibiera el paquete y lo abriera, su sorpresa, su alegría. Pero lo cierto es que yo lo que más quería era que se sintiera orgulloso de mí por haber elegido algo con tanto significado.
Llegó ese día y le entregué el paquete con mucha expectativa. Pero cuando lo abrió el gesto de su cara no fue el que yo esperaba porque se puso muy serio. Me dijo: vení, vamos a escucharlo juntos.
Pusimos el grabador sobre la mesa redonda del comedor y nos sentamos cerca de modo que yo veía su rostro de frente y el grabador ubicado en el medio de los dos.
Comenzó a hablar Perón con voz avejentada y se escuchaba la ovación y cantos de la multitud.
Al cabo de unos segundos Claudio me dijo “escuchá como dice esos estúpidos que gritan”, y al rato: “y acá nos dice imberbes”. Y un poco después “escuchá, acá nos estamos yendo de la plaza”. Rebobinó el casette y me hizo escuchar esas frases nuevamente. “¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa, general, está lleno de gorilas el gobierno popular!” . Su gesto era serio, desilusionado, triste.
Luego hubo una explicación y una charla de la cual no recuerdo nada.
Sí recuerdo que quedé desconcertada. Por un lado a pesar de sus explicaciones no terminaba de entender por qué su líder los insultaba de esa manera al punto de provocar que él y sus compañeros se fueran de la plaza tan enojados.
Pero la desilusión fue más grande que el desconcierto.
Y no hubo otra ocasión para probar de nuevo.
Mariana Slemenson

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Efemérides personales. 22 de Agosto de 1974. El Roña

Al ver los recordatorios de la masacre de Trelew me acordé del Roña, quien fue asesinado exactamente un año después de los fusilamientos.
El Roña era amigo de mi hermano, y yo lo quería y admiraba. Pasaba mucho tiempo en casa, charlábamos, jugábamos y me hacía chistes. Lo recuerdo como alguien alegre, divertido y ocurrente, que no sé si coincide con la imagen que han descripto quienes fueron compañeros suyos.
La última vez que vi al Roña fue en mi casa, yo tenía 8 años. Eran más o menos las 7 de la tarde, yo estaba con la tarea de la escuela y él me hizo una pregunta relacionada con lo que yo estaba haciendo. Le conté que estaba buscando figuras para pegar en el cuaderno y que necesitaba una imagen de una llama. Tomó mi Manual del Alumno, buscó un rato, encontró una llama y me la señaló. Le dije que yo no podía recortar el manual, entonces hizo un gesto cómplice y me dijo: dale, recortala, no pasa nada. Para mí eso fue suficiente para no dudar más y recorté la llama del libro.
Al día siguiente a la tarde estaba yo en casa y escuché un grito desgarrador. Era mi mamá que lloraba a los gritos y decía Nooo!!! Nooo!!!. Fui corriendo hacia el lugar donde estaba ella y la vi arrodillada al lado del teléfono que acababa de cortar. Mataron al Roña!. Mataron al Roñaaa!!! me dijo.
A mi la noticia no me impactó porque directamente no la creí. Quién te dijo eso? Es mentira!! No es cierto, te mintieron. Y ella me respondió que se lo había contado Susana quien era la novia del Roña. Yo insistía: no mamá, no es cierto, se equivocaron, ya vas a ver, eso no es cierto. Hasta que en un momento ella me dijo: ojalá que sea así como vos decís.
Me quedé esperando el resto de las horas de la tarde un llamado en el cual le contaran a mi mamá que esa noticia era falsa, pero con el correr de las horas me di cuenta que no había vuelta atrás, que el Roña estaba muerto. Lo iban a velar en el Nacional Buenos Aires.
Lo que recuerdo que me contaron en ese momento es que con motivo del aniversario de la masacre de Trelew el Roña estaba repartiendo volantes en Quilmes. Sé que no es exactamente así pero yo recuerdo eso.
Un agujero como el que quedó en el Manual del Alumno me quedó a mi cuando el Roña dejó de estar para siempre en mi vida. Fue mi primer contacto con la muerte de una persona joven tan cercana y el anticipo del horror que comenzaría a vivir mi familia y el país pocos meses después.
Mariana Slemenson

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Efemérides personales. 11 de Septiembre de 1978. Fue la lucha tu vida y tu excremento.


En la Primaria me tocó ser abanderada en el acto del 11 de Septiembre de 1978.
Yo estudiaba mucho, era aplicada y esperaba con ganas ser elegida abanderada. Pero me desilusioné un poco cuando después de tanto esperar me tocó el día del Maestro, no por un problema con los maestros sino con Domingo Faustino Sarmiento.
Mis hermanos hablaban pestes de Sarmiento. Una vez tuvieron una charla conmigo para explicarme por qué Sarmiento era tan mala persona. No me acuerdo nada de las razones que me dieron pero me quedó más que claro que Sarmiento era detestable.
No me sentí decepcionada por el hecho de enterarme de la basura de persona que era Don Domingo Faustino, porque lo cierto es que lo único que me había quedado grabado de lo que me habían enseñado en la Escuela era que Sarmiento no faltaba nunca a clase, ni siquiera cuando llovía, y que su mamá se llamaba Doña Paula y tejía bajo una higuera. Nada de eso lo hacía ni buena ni mala persona. Me parecía inofensivo.
Pero como todo lo que decían mis hermanos era incuestionable tomé la decisión de no cantar más el Himno a Sarmiento. No eran épocas de demostrar demasiada rebeldía así que decidí mover los labios sin emitir sonido para no levantar sospechas.
En el recreo me paraba cerca del busto de Sarmiento y lo molestaba metiéndole los dedos en ojos y orejas, pegándole chicles y también algunos mocos. Lo miraba con mala cara y lo insultaba en secreto.
No me acuerdo si llegué a contarles eso a mis hermanos pero estoy segura de que de saberlo habrían estado orgullosos de mí.

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Efemérides personales. Semana del 20 de Octubre de 1975. Carta de Mariana a Claudio.

Claudio: te extraño mucho, no me acuerdo bien tu cara, quiero que vuelvas pronto, quiero que cuando vuelvas aunque sea estés más lejos de lo que estabas antes, para mí estás muy pero muy lejos de mí en Tucumán, cuantos más días pasan más lejos te siento, ojalá vuelvas pronto, qué lástima que para el día de la madre no estuviste, la verdad que nosotros no estuvimos muy alegres durante ese día. Si me dicen que pida un deseo y que se me ca a cumplir pronto yo pido que vuelvas pronto. Qué feo debe ser estar en la cárcel. Lo que menos pensé es que vos estarías en la cárcel, me gustaría que estuvieras libre, aunque sea en Tucumán. Ojalá que estés con un amigo y que te traten bien y que te den algo para leer aunque sea un diario sin chistes. ¿Qué estarás haciendo ahora? Yo estoy escribiendo en papel carta con lápiz negro Johann Faber 1105 N° 2. No sabés lo mal que estamos pasándolo, yo no voy a hacer mi cumpleaños el día 28/10/75. Hay veces que nosotros no nos vemos muy seguido y no pasa nada, pero ahora que está en cana es distinto. No sé qué más poner. Un beso ¡Chau!

Mariana (9 años)

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Efemérides personales. 11 de Octubre de 1977. Se llevaron a la Negrita.

Mi papá se lo contó a mi mamá cuando volvió de visitar a mi hermana en México. Yo de alguna manera lo sabía pero escuchar a mi papá y ver como mi mamá se largaba a llorar fue la confirmación.
Rosana Judith Szafirstein era la novia de mi hermano. Le decían la Negrita. Era muy dulce. Tenía pelo oscuro, piel blanca, ojos verdes y voz aguda y suave. Cumplía años el 5 de Abril, un día antes que mi mamá.
La tengo muy presente pero sólo tengo un recuerdo que consigo relatar.
A fines de 1976 o a principio de 1977 la Negrita organizó una salida conmigo. Yo tenía 11 años y ella 19. Claudio ya estaba desaparecido.
Ignoro cuál fue la logística pero no debe haber sido sencilla teniendo en cuenta la época en que vivíamos. Sólo sé que nos encontramos en la esquina de un cine en Avenida Santa Fe. La película que fuimos a ver era El Zorro protagonizada por Alain Delon.
Apenas apareció el Zorro en escena la Negrita me codeó y me dijo suspirando “mirá que lindo que es”! Y sí, realmente era muy lindo. Y cuando más avanzaba la película más lindo se ponía el Zorro y más codazos y suspiros compartíamos.
Salimos del cine las dos muertas de risa y charlando como dos amigas de la misma edad.
El programa siguió. Caminamos, fuimos a tomar algo mientras recordábamos los ojos turquesas de Alain Delon que se dejaban ver a través del antifaz.
Luego regresé a mi casa aunque no me acuerdo de qué manera.
Me di cuenta de que estaba enamorada de El Zorro y por mucho tiempo no pude dejar de pensar en esa sonrisa, en esos ojos transparentes y la manera en que miraba a sus enemigos.
Dicen que la gente no puede recordar la voz de los que ya no están. Pero no es cierto porque yo me acuerdo del sonido de la voz de la Negrita tanto como como me acuerdo del sonido de la espada del Zorro marcando la Z.
Mariana Slemenson









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